lunes, 29 de octubre de 2012

Una lectura del 15-M desde el concepto de Democracia Monitorizada



Una de las ideas principales que se postulan en el libro Democracia monitorizada en la era de la nueva galaxia mediática. La propuesta de John Keane es que movilizaciones ciudadanas como el 15-M pueden ser entendidas como un “subproducto” más de las tendencias monitorizadores que se consolidan en ciertas democracias contemporáneas (Keane, 2009). Subproductos entre los que encontramos otros posibles como los movimientos #Occupy Wall Street y #Yo132 o como la recientemente proliferación de organizaciones y plataformas tales como CorpWatch, Indymedia, Wikileaks, Anonymous, Avaaz.org, MoveOn, etc. y que a pesar de sus diferencias y peculiaridades comparten que una parte destacada de acción política se centra en aplicar un escrutinio público sobre los centros de poder.
            En este sentido, es relevante destacar que gran parte de los esfuerzos (y también éxitos) del 15-M se han centrado en escudriñar las acciones llevadas a cabo por los representantes políticos y los núcleos de poder. Las denuncias públicas sobre los déficits de la ley electoral, las quejas ante el mantenimiento de abusivos privilegios parlamentarios en época de masivos recortes presupuestarios aplicados sobre servicios sociales, las protestas ante la inmunidad que presentan los abusos de poder del sistema financiero y bancario (con el caso Bankia a la cabeza) o las dudas sobre el correcto funcionamiento de instituciones como el Senado que mantiene dinámicas arcaicas y obsoletas, son solo una pequeña muestra de los procesos de monitorización que se han difundido desde la aparición del 15-M.
            Además este movimiento ciudadano ha monitorizado las actuaciones policiales ante protestas llevadas a cabo en diversos lugares, especialmente la abusiva respuesta policial ante las protestas estudiantiles en Valencia en febrero de 2012. Asimismo, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), no sólo ha sido capaz de concienciar al gran público de las clausulas abusivas de muchas hipotecas bancarias y la necesidad de regular –y asegurar legalmente- la dación en pago –temática hoy incorporada a la agenda política tradicional-, sino que en el primer año del 15-M logró detener más de 180 desahucios.
         Al mismo tiempo, los indignados han logrado introducir sus demandas en la agenda tanto mediática como política. Han sido capaces de incorporar, en la esfera pública, temáticas que no eran planteadas por los medios tradicionales – influyendo sobre los mass media así como creando sus propios medios de comunicación alternativos con la formación de emisoras digitales como Ágora Sol o revistas como Madrid15m- y han mostrado la potencialidad de la red para movilizar a la ciudadanía con protestas y campañas masivas en las redes y en las calles en las que se denuncian la opacidad, la corrupción o las problemáticas que afectan a ciertas instituciones.
            En suma, la acción del movimiento del 15-M es una lucha por lograr una “democracia real” que se inicia con la demanda de más transparencia por parte de los representantes y de las instituciones y con la exigencia de una mayor responsabilidad de estos actores, pues tal y como apunta el manifiesto del movimiento para iniciar el cambio “es necesaria una Revolución Ética” (Manifiesto de Democracia Real Ya). El 15-M, como uno de los casos paradigmáticos de ejercicio de monitorización que se extienden en la actualidad, reclama mantener bajo un estricto control a los actores con poder a la vez que lucha por acabar con las concentraciones de poder al considerar que “la acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia” (Manifiesto Democracia Real Ya). 
Uno de los ejes centrales del movimiento 15-M se ha basado en la denuncia pública de los casos de opacidad, de corrupción y de irresponsabilidad de los actores con poder. La monitorización ejercida ha servido para impedir el silenciamiento de noticias incómodas, para presionar a los representantes a adoptar una política más responsable y para cuestionar públicamente los problemas que afectan al sistema democrático con el fin de corregirlos. El 15-M constituye, en definitiva, un buen ejemplo de movimiento que escrudiña el sistema político español y en este sentido el concepto de democracia monitorizada permite entender las dinámicas y la trascendencia de este tipo de movilizaciones así como su dependencia del espacio 2.0, aunque queda abierta la pregunta si este modelo de democracia es capaz de satisfacer todas las expectativas y demandas de una ciudadanía que reivindica “más democracia” y más participación ciudadana. 


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