viernes, 29 de diciembre de 2017

Un 2018 más justo

Como es habitual en estos días nuestros gobernantes nos desean prosperidad y felicidad para el próximo año. Pero algunos pensamos que es mejor que no nos quieran tanto, que ya nos encargaremos cada uno de nuestra felicidad, que se limiten a garantizar los mínimos de justicia para alcanzarla. No se trata de desear sino de exigir un 2018 más justo, reclamando que «nuestro» Gobierno central se comprometa a devolver lo sustraído a quienes pagaron los platos rotos de la crisis, a pagar la deuda social que nos debe.

No sean ingenuos, no se crean que la crisis vino porque nos atrevimos a vivir por encima de nuestras posibilidades. Decir eso es puro cinismo. El mal vino de los prestamistas europeos que dieron dinero a mansalva a nuestros bancos y cajas sin controlar sus inversiones. Cuando perdieron su dinero, exigieron su devolución. ¡No haber invertido! Nuestro Gobierno tragó y nos obligó a pagar con dinero público las pérdidas privadas. Para arreglar este desatino forzaron una política de austeridad que aumentó, y lo sigue haciendo, la desigualdad social en España, degradando la educación y la sanidad pública, ignorando a los vulnerables y dependientes, rebajando los salarios y las condiciones laborales hasta la miseria. Que tener trabajo no implique salir de la pobreza, es algo que no esperábamos volver a ver nunca más. A las puertas del nuevo año lo único que tenemos es la carta del rey Montoro exigiendo más sacrificios. El próximo año nos traerá más empleos precarios y mayor austeridad y desprotección. Por supuesto, siempre para los mismos.

Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (29/12/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo:
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/2018-mas-justo_1117775.html

viernes, 22 de diciembre de 2017

Fragilidad


Que la ética, nuestra capacidad para actuar siguiendo pautas morales, no es solo un lubricante para que la rueda social funcione bien, sino una condición imprescindible para toda convivencia humana, es algo que el doble significado de la palabra fragilidad refleja perfectamente. Fragilidad se refiere, por una parte, a la cualidad de vulnerable que tenemos todas las personas. Es curioso cómo nuestro propio cerebro intenta minimizar esta inseguridad distinguiendo entre «nosotros», sujetos que no padecemos enfermedad alguna, sujetos normales por así decirlo, y «ellos», los enfermos, los que sufren alguna discapacidad, los excluidos. Con esta aparente división entre dos mundos diferentes, se nos engaña y se oculta que todos somos seres vulnerables, que algún día nos tocará, que es una cuestión de grado. Se oculta que la fragilidad es la característica básica de todo ser humano y que incorporamos evolutivamente un sentido moral, una capacidad de actuar respetando y ayudando a los demás, desde el cuidado y cordialidad.

Pero, fragilidad también se predica de aquellas personas que obran contra su voluntad o se tientan con facilidad. Son débiles de carácter, fáciles de corromper, ciegos ante esta dependencia recíproca que nos define como seres humanos. Son los idiotas racionales que creen que el egoísmo y el individualismo es nuestra esencia, que la vida es una selva y que hay que elegir entre ser gacela o tigre, que confunden la sociedad, incluso la familia, con la oferta y la demanda. Qué error más estúpido es olvidar que solos no somos nada, que estamos ligados unos a otros y que solo desde esta obligación es posible alcanzar la felicidad.


Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (22/12/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/fragilidad_1116615.html

sábado, 16 de diciembre de 2017

Sinvergüenzas

Según el diccionario, dícese de aquellos que actúan o hablan sin respeto y con descaro, también de quienes se conducen de forma ilegal o inmoral. Pues bien, en mi humilde opinión, ambos sentidos coinciden en aquellos que estos días se empeñan en decirnos que estamos saliendo de la crisis, que ya vemos los buenos resultados de las políticas de austeridad.

Faltan al respeto porque conocen perfectamente la situación real de nuestro país y la mantienen con su gestión de los presupuestos, pagando con ellos silencios y lealtades. Mientras lucen su chulería, la juventud se ve sin futuro; la sanidad y la educación se deterioran; los salarios miserables apenas llegan al mínimo exigido por la ley; las pensiones ya no son una seguridad sino una amenaza. La riqueza está aumentando para los ricos, al igual que la pobreza para los pobres. ¿Es esto recuperación? ¿Es esto pagar la deuda social provocada por la crisis?

Inmorales porque sabiendo que una sociedad no funciona si la economía solo hace que aumentar la desigualdad y la pobreza, ellos la mantienen y se llevan los beneficios. La renta no alcanza si solo pagan sus impuestos trabajadores, autónomos y pequeñas empresas. Es una indecencia predicar austeridad y moderación para quienes no llegan a final de mes, mientras facilitan la vida a directivos que cobran decenas de millones y que, por supuesto, les guardarán un sillón en su consejo de administración para el día de mañana.

Las amnistías y los paraísos fiscales son un buen ejemplo de cómo actúan estos sinvergüenzas, de cuál es su contribución para que todos puedan salir de la pobreza y llevar adelante una vida digna.

Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (13/12/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo:http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/sinverguenzas_1114923.html

lunes, 11 de diciembre de 2017

Derechos Humanos


Este domingo se celebra el día internacional de los derechos humanos, recordando la fecha en que se firmó la Declaración Universal. Muchos piensan que de poco sirven, que son una pérdida de tiempo, o, incluso, una pantalla para esconder la injusticia. Pero están equivocados.
Si recuerdan, se firmaron en 1948, reconociendo entre todos los países la igual dignidad de las personas, que solo ellas tienen valor y no precio, que son fines y nunca medios, como diría Kant. Habíamos pasado por la barbarie nazi, por la negación de humanidad para una parte de la misma. Los derechos humanos instauraban aquello que podemos denominar, siguiendo a Ortega, la altura moral de nuestro tiempo, la brújula que nos indica el norte de la igual dignidad, hacia dónde debemos ir. No representan los sueños visionarios de cuatro intelectuales, sino las condiciones universales e indispensables necesarias para ser persona y llevar adelante una vida digna, más allá de culturas, religiones o estados.
Sin este listado de expectativas, de exigencias recíprocas, no sabríamos si la sociedad avanza o retrocede, si mejoramos o empeoramos. Una prueba de que no estamos hablando de ideales sino de realidades, es la indignación que sentimos ante su incumplimiento, ante los salarios miserables que solo producen pobreza y esclavitud, por ejemplo. Estos derechos morales están incrustados ya en nuestra forma de ser y ver el mundo, de entender nuestras democracias. Como derechos fundamentales, son el único incondicional que existe en nuestra Constitución.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (08/12/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/derechos-humanos_1113248.html

sábado, 2 de diciembre de 2017

Universidad menesterosa



Mi buen amigo Julio Sánchez me interpelaba esta semana acerca de los efectos de la infrafinanciación que sufre la Comunitat, en especial sobre la precariedad en la que se encuentra nuestra querida Universitat Jaume I. Acerca de la financiación está dicho casi todo, que es una injusticia que no puede justificarse, que no tiene otra explicación que la falta de respeto. Existen universidades similares en España que nos doblan el presupuesto. Y aún así aparecemos en los ránkings.

Pero cosa diferente es comprobar cómo se distribuye el poco dinero que tenemos. Y aquí no puedo evitar la impresión de que nuestros políticos no valoran suficientemente el papel de la universidad. Por una parte, se les llena la boca al hablar de que estamos en la sociedad del conocimiento, en la necesidad de la innovación. Pero por otra, olvidan que la fábrica más importante de conocimiento es la universidad. Tanto de conocimiento científico como cultural y humanístico, necesarios ambos para pensar un futuro no solo deseable sino posible. Los rectores no encuentran interlocutor para sus demandas. Por ejemplo, para tener un plan plurianual de financiación.

Sin embargo, aún hay una razón más profunda. Tampoco la sociedad es consciente del valor de la universidad, de su importancia para la transformación de un territorio condenado al sector servicios. Si la universidad lo hace mal, que se pidan responsabilidades. Pero si se esfuerza por hacerlo bien, debe ser la sociedad la que reclame a nuestro gobierno un campus que cuente con lo necesario. No es el valenciano nuestro problema.



Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (01/12/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/universidad-menesterosa_1111615.html